7/1/13

Divagando

Me puse el jean flojo, el remerón negro algo favorecedor, trenzé mi pelo porque escuché que el viento no había amainado, me calcé los zapatos altos (con los que mido 1.80 cms. exactos). Cuando el bajón agobia, una de las terapias es subirme a uno de mis zapatos altos. Desayuno rápido, leche, pan casero con miel y la medicación diaria rigurosa. Cotejo que en mi cartera esté todo, falta un nuevo compañero (libro por si alguna casualidad, halle asiento) y allá salgo un día más a ganarme el sustento. Los viajes de ida suelen ser tortuosos pero me salva la música directo a los oídos.
La vuelta es más tranquila, camino un poco más para hallar asiento individual y darme a la panzada de leer mientras escucho algo sin canto, la música cantada mientras leo, me distrae. Ahora la emprendí por tercera vez con Yo, El Supremo del genial Augusto Roa Bastos, el estómago ruge a esa hora pidiendo almuerzo. Al llegar revoleo los zapatos, la cartera y voy directo al dormitorio a sacarme la ropa y ponerme cómoda con un batón de abuela, me cocino algo, me siento y leo los diarios, el correo, pirateo, me ducho y pongo algo para ver en la compu mientras doy un par de vueltas al tejido de turno.
De a poco se acerca el sopor del sueño, me despierta Spinetta desde mi teléfono celular "ya despiértate nena...." no puedo odiar despertar con él cantándome.
Zigzagueo por la casa a tomar agua, me miro un poco en el espejo y de vuelta el mismo ritual que el de la mañana para ir a laburar.
Esta vez no abro mi compañero de turno sino que miro por la ventanilla, miro las bardas, las imagino hace miles de años, miro a la gente, imagino su vida, recreo sus momentos previos a subirse como compañeros casuales del mismo transporte para luego desenredarnos en distintas paradas.
Pienso en mis hijas, pienso en mi abuela, pienso en mí ¿en qué momento queda uno estancado sin poder moverse?

2 comentarios:

el oso dijo...

Es en esos divagares donde uno se encuentra a sí mismo muchas veces. Sin necesidad de hacerse un viajecito a un ashram.
Y también aparecen sin querer queriendo las preguntas esas que son como piedritas en la alpargata.
Besos y que este año estalle en promesas cumplidas!

Abrujandra dijo...

Con cerrar los ojos es suficiente ¿no?
Besos querido Oso.