...o bien podría tratarse de algo así como:
Haz lo que digo, pero no lo que hago o la paradoja de *“Si soy tan inteligente, ¿por qué me enamoro como una idiota?”(*de Gabriela Acher, el librejo que te revolcás de risa)
La culpa la tiene
Cirita por haberme recomendado un libro que estoy leyendo en estos días y se llama Mujeres que corren con lobos y que lo podés descargar de
acá .
Siempre que las mujeres nos encontramos inmersas en dudas existenciales como…¿qué hago ahora?, después de una ruptura sentimental, haya sido con convivencia o no. También cuando se llevan años de pareja, cuando tenemos problemas laborales, con los hijos, sus amigos, sus estudios, la cocina, la ropa (comprarla, lavarla, plancharla), la limpieza de los pisos, el jardín, nuestras madres, abuelas, vecinos, amantes, dietas, médicos, las primeras líneas de expresión (decir arrugas es bien feo).
Me refiero a las que estamos dentro de los márgenes que van de los 35 a los 50 años y que nos toca vivir en esta época de mujer sola a cargo de los críos.
La mayoría de nosotras estamos solas, en el sentido “bueno” de la palabra, a cargo de una casa con críos dentro, de diversas edades a quienes hay que limpiarle los mocos, llevarlos al médico, darles de comer, entretenerlos, educarlos, hacer que nos quieran más que al padre ausente, el que se fue y no se hizo cargo y el pibe sueña con conocer, el que dice que “ya” viene y no aparece mientras el crío está esperando en la ventana enjugándose el llanto, no se te ocurra decir nada porque te putea.
Ser buenas hijas con nuestras madres post-menopáusicas o viejas del todo reclamando.
Pergeñar algún tipo de asesinato para los vecinos que se quejan de que los chicos le rompieron el vidrio del ventanal con la pelota o que, se subieron al techo y no lo dejaron dormir la siesta (también se puede pergeñar el asesinato para los hijos y se matan dos pájaros de un tiro). A ver qué es lo que tiene que decir la maestra del desempeño de los chicos en la escuela “Necesitan más de ud.” sí…pero ¡¿CÓMO?! Si además no estoy mencionando el tema laboral que tenemos que cuidar muchísimo porque de lo contrario, no comemos y nuestros hijos tampoco, si no comemos, nos morimos, no creas que no se piensa en eso también. Los compañeros de laburo, correr con los horarios entre la escuela, la entrada y salida, correr para buscarlos, pero justo entró una llamada, hay que atenderla ¿o no?, el jefe…que por lo gral. Jamás son fáciles de llevarlos, hacer chicle el sueldo que, jamás alcanza.
Ah, me olvidaba de lo más importante…nuestra imagen, no se te va a ocurrir estar gorda, con pelos en las piernas, sin maquillaje, con un chignon (para esconder la maraña porque no pudiste hacerte un baño de crema) o sin sonreír…acá si estamos jodidas, este es el punto más importante:
FLACA, DEPILADA Y DIVINA.
Tampoco se te vaya a ocurrir decir que te duele la cabeza o que hace calor o que estás cansada porque se te arma, ¿enfermarte? Es un lujo hoy en día, eso sí que ni pensarlo.
Bien, hasta acá no se me ocurren más generalidades padecidas por quienes están en esta situación…nos juntamos con nuestras amigas que, están en la misma condición, o no…está siempre la desubicada que está casada hace años y que se lleva bien, que los hijos son una maravilla y se hacen la cama, se planchan la ropa y hacen las compras, esa que tiene el marido que la sorprendió con un ramo de flores enviado a la casa a primera hora de la mañana con una tarjeta gigante que decía TE AMO, porque ella se pasó la noche llorando pensando que, dadas las características de su última menstruación, tiene la sospecha de que será la última. Esa desubicada que cada día de la madre o cumpleaños la atienden como a una reina, tan, pero tan desubicada es que, cuando una se lamenta de su suerte respecto a la falta de tiempo para dejar la casa decente, sin que parezca un chiquero…ella te sopapea con un…”Ah, el gordo me puso una señora que limpia”. Tan desubicada es que cuando una se lamenta de cuándo podremos irnos un fin de semana a 20 kms. aunque sea, ya sabemos (por que cada vez que hay un feriado largo, la llamamos para saber qué hace) que el “gordo” la sorprende con una escapada a cualquier lugar de la ciudad en una carpita los dos solitos.
Las miradas cómplices se cruzan, las de las que no tienen esa ¿suerte? En vez de sentirnos bien de compartir un rato entre amigas y charlar, la presencia de ella nos evidencia nuestra realidad, la queremos, pero ojalá no venga la próxima. Las demás empiezan una especie de minicírculo de…”viste que esto no lo podemos hablar delante de “fulanita”…” (la desubicada) nos damos consejos, un vaya que son consejos salidos propiamente de un libro de psicología…
Ah no, me puedo estar muriendo pero a este no lo llamo más después del plantón que me comí…
Ah no, si el tipo con el que estoy no es capaz de atenderme cuando me duele algo, le doy una patada en el culo…
Y así, podría seguir hasta infinito punto rojo.
Lo cierto es que, no somos capaces en la realidad de hacerlo, me refiero al…”si me mete los cuernos, lo castro”…no sólo conservarían su órgano débil, sino que he conocido a muchas que han perdonado una infidelidad.
Mis grandes preguntas son:
-¿Qué mecanismo maquiavélico tenemos las mujeres de este rango de edades, en esta época, en este tiempo, que nos hace hacer cosas que, con la cabeza fresca, con la razón en su lugar…no se debería hacer?
-¿Autocastigo por ser mujer?
-¿Miedo a la soledad?
-¿La eterna espera del príncipe azul?
-¿Será que somos nomás sumisas por naturaleza?He conocido feministas de armas tomar que, el hombre que llega a su vida se ve colmado de atenciones aunque ella esté reventada al final del día. También de las que vuelven a buscarlos después de que los echan de la casa…y así.
Obviamente en mi caso he pasado por casi todas las etapas, he tenido múltiples y variados romances: románticos, pasionales, suicidas, tranquilos, raros, inseguros, otros plagados de incertidumbre y en todos los casos ha sido distinto, a algunos los recuerdo con cariño, a otros mejor no…yo misma me he visto envuelta en amores desgarradores, en esperas interminables, en silencios y en vez de dar vuelta…he seguido esperando.
El tema da para mucho, pero tenía que decirlo…lo tenía atragantado. He dicho.
Ahora, me siento mejor…es que estaba sentada medio torcida.