A un mes de haber cumplido años me llega este regalo de un amigo hermoso (como lo son todos los amigos) que está lejísimo, gracias y mil veces gracias.
Es un puente y está en Amsterdan, me imaginé tomando té rojo con él ahí y después mate viendo cómo se le frunce la carita mientras lo prueba, de la misma manera en que la fruncimos cuando se bebe cerveza por primera vez. También imaginé que andábamos en bicicleta por toda la ciudad y que parábamos sólo para tomar aliento.
Imaginé que hablábamos mucho y que nos reíamos mucho también.
El emigrante
de Luis Felipe Lomelí
-¿Olvida ud. algo?
-Ojalá.
2 comentarios:
Pero qué lindo regalo!!
Oso: ¿vió? no sabe la de lagrimones que largué.
Publicar un comentario