5/8/18

Excusas

Tuve mil intentos de volver acá, discutiendo conmigo misma el hecho de que los blogs no se mueren, sólo duermen para hacerte sentir culpable. Quizás no, quizás sólo están para volver, nunca imaginé siquiera cerrarlo, me gusta pensar que algo de mí quedará flotando en el éter quizás (otra vez 'quizás') cuando yo haya dejado de existir. Un montón de palabras que uní en crudo plagado de errores gramaticales y ortográficos.
Mientras escribo salta la idea de que no, esa culpa del blog dormido, abandonado a la deriva con la intención siempre de volver es sólo ese flagelarse por todo, algunas personas no sabemos vivir sin sufrir.
Uno siempre tiene algo que decir y lo dice, o no, lo escribe, lo piensa y no lo escribe, lo hago más tarde, mañana, nunca más.
Cambié, no me reconozco en algunas entradas que releí, algunas me recuerdan la ternura de Souvenir Menor quien el treinta de julio pasado cumplió dieciséis vueltas al sol y a quien no abrazo desde hace casi dos años, ella está inmersa en su adolescencia y es el ser más maravilloso que pude imaginar, no puedo creer que tanta tensegridad haya nacido de mí.
Cambié, ahora hablo dos idiomas más, la bicicleta es mi medio de transporte a corta distancia, combino trenes como una experta, hasta ahora no me perdí, ceno a las seis de la tarde, mi alimentación mutó satisfactoriamente al sistema holandés (casi sin sal, casi sin azúcar, muchas verduras y frutas, todo a horario), trabajé en un asilo, sigo asistiendo a un centro de integración donde tomé lecciones del idioma local, guié a gente conocida en sus giras por Europa con escala acá, fui a recitales, conocí a mucha gente, lloré mares, olvidé datos importantes, saludé por la calle a gente que pensé que conocía y no, eso me pasó cuando me mudé a Neuquén también, 'los parecidos' que te quedan mirando con cara yéstalocadedóndesalió, no es que me resulte raro que piensen que estoy loca, eso está asumido y ya no me importa.
Cambié, tengo más paciencia y soy más feminista, leo perfectamente los cuerpos, las miradas, los carritos de compras, las mascotas humanizadas en carritos de bebés, la soledad inmensa, el hartazgo, la simulación, la entrega en una charla, el egoísmo y la risa de verdad.
Cambié, algo se endureció en mí y no me gusta, algo también se ablandó y cedió en nombre de la supervivencia.
Cambié, ya no miro al este para esperar a que salga el sol ni al este cuando se pone, ahora sé mentir, ahora sé que sé sobrevivir.


2 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

POr suerte seguís con tu blog, por suerte volviste, con mucho que contar.
Besos.

Abrujandra dijo...

Aunque sea por honor a vos